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La historia de Cuba lleva y llevará siempre el legado eterno de su líder histórico. Volver a él en todo cuanto hagamos, como faro y padre de este pueblo, será el mayor aliciente para seguir nutriéndonos de esa necesaria sensibilidad, el sentido de lo justo y las energías que emanan de su impronta.
Fidel hace mucho que dejó de ser solo un hombre. Él se volvió historia, es presente y futuro. Fidel es una isla, vive en la gratitud de los agradecidos que no lo olvidamos. Fidel es un continente, es nuestro «Quijote americano», como lo bautizara su entrañable amigo Hugo Chávez, con esa coraza de moral inquebrantable que nunca pudieron doblegar sus enemigos.
De él aprendimos a perseguir y abrazar sueños que, por difíciles que parezcan, pueden ser alcanzables, a ser fieles continuadores de la obra martiana. También nos dejó su ideal de construir una sociedad con todos y para el bien de todos, porque la guía del Comandante cumple hoy el cometido eterno de seguir conquistando toda la justicia posible. He ahí el compromiso de quienes tienen en sus manos la honrosa misión de impartir justicia en nuestro país con acierto y transparencia, a la altura de lo que demanda el pueblo.
Hoy y siempre Fidel está multiplicado en cada cubano. Seguir su pensamiento es no dejar de soñar, de querer y de forjar un país mejor; es luchar por hacer realidad y preservar los sueños que él abrazó. Es humanismo, solidaridad, dignidad, decoro, absoluta coherencia entre pensamiento y acción.
De este modo, en la mañana de hoy, magistrados, directivos y demás trabajadores del Tribunal Supremo Popular evocaron, en un sentido homenaje, a uno de los hombres más ilustres que ha dado nuestra Patria, Fidel Castro Ruz.
Como parte de ese emotivo momento, el talentoso joven, Abraham de Jesús Barrera Magdariada, estudiante del Teatro Lírico Nacional de Cuba, nos interpretó los temas «Por qué cantamos» y «Su nombre es pueblo».
Y así recordamos nuestro Comandante en Jefe, sin llanto, porque sus ideas son inmortales, son perennes y se renuevan, se enriquecen, se desarrollan. Y él hoy está más vivo que nunca porque ¡Fidel es Fidel! y siempre estará con nosotros.
