Un libro cubano escrito desde el amor por la judicatura

Maryla Pérez Bernal
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El juez y el derecho, escrito por el reconocido profesor de Filosofía del Derecho y Derecho Romano de la Universidad de La Habana, Alejandro González Monzón, es un libro dedicado a los jueces y magistrados cubanos.

Enhebrado de principio a fin por una notoria pasión por el oficio de hacer justicia, es un texto imprescindible para entender cómo el juez debe trascender los estrechos atributos que en su tiempo le concedió Montesquieu, como mera boca que pronuncia las palabras de la ley.

Sin desdeñar que la ley resulta el instrumento indispensable y adecuado para ordenar los difíciles mecanismos de una sociedad moderna, debe aceptarse que el propio fenómeno jurídico, caracterizado por su complejidad y dinamismo, hace inalcanzable la previsión, en el instante de concebir el acto normativo por los legisladores, de todas las posibles relaciones a regular y los cambios del contexto social que tendrán lugar en el futuro.

Así, la diversidad de los casos que debemos resolver los jueces rebasan los horizontes del estricto positivismo. La verdadera realización de una justicia de contexto requiere que sus actores desarrollen habilidades, valiéndose de herramientas validadas desde la ciencia, para dotar al juzgamiento de la equilibrada y necesaria plasticidad. En ese afán, El juez y el derecho se hace indispensable.

El libro fue presentado en ocasión de la jornada por el Día del Trabajador Jurídico en la sede del Tribunal Supremo Popular, en un emotivo diálogo de afectos que nos dejó una sensación de inmensa gratitud y la tremenda curiosidad por descubrir sus contenidos, más allá de las geniales referencias presentadas por el autor que, de modo magistral, logró transmitir lo medular de sus profundas esencias.

Se trata de una propuesta que enseña por qué el Derecho germinado en un modelo como el del derecho por principios, permite que la práctica social sea incorporada al fenómeno jurídico y habilita al juez para ver más allá de lo regulado en las leyes.

La ponderación, de la que tanto hablamos, es tratada por el autor con responsabilidad científica, situada como expresión de la complejidad inherente al derecho como fenómeno social. Nos dice que a través de ella es posible entender que el derecho no se puede representar como una escala de blancos y negros, como una cuestión de todo o nada, que sus piezas, en interacción dinámica, no siempre muestran soluciones únicas, uniformes y lineales a los problemas de la vida del hombre en sociedad, pues no son infrecuentes los casos en que estas entran en conflicto y, por ende, requieren de una solución racional.  

También se pone en claro la relación que existe entre ponderación, discrecionalidad y racionalidad, mediante la exhaustiva exposición de los argumentos que se esgrimen para negar la viabilidad de la ponderación por quienes la catalogan como una actividad eminentemente discrecional, antesala de la arbitrariedad y subversiva de la seguridad jurídica, en tanto esta última se ve mejor garantizada por medio de la subsunción, método tradicional de aplicación del derecho.

Frente a ello, se admite que el método ponderativo comporta una brecha de discrecionalidad, pues no se trata de una regla infalible para descartar toda subjetividad, pero a la vez se sostiene que, en ningún sentido puede entenderse la ponderación como un peligro para la aplicación disciplinada del derecho, sino como una de sus inevitables condiciones, porque el tránsito de las normas abstractas a la realidad requiere, necesariamente, sujetos que interpreten, realicen y adopten determinaciones.

En esta dirección, la argumentación de las decisiones judiciales se presenta como una clave para el control efectivo del método de aplicación del derecho, al asumirse que la racionalidad de la ponderación se expresa en la racionalidad de la argumentación que de ella se deduce, ya que solo se podría calificar de irracional a la ponderación si su instrumentación no se desarrolla en el marco de una argumentación suficiente y coherente.

Sin lugar a duda, El juez y el derecho es un legado valioso, que no debe faltar en la colección de libros leídos por jueces y magistrados; con tal convicción se agradece infinitamente.

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