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En el pensamiento de nuestro Héroe Nacional José Martí habitan las esencias de la condición eminentemente popular del Derecho y la impartición de justicia en Cuba. «En los pueblos libres —decía el Maestro—, el Derecho ha de ser claro. En los pueblos dueños de sí mismos, el Derecho ha de ser popular».
Esos conceptos germinaron y enraizaron profundamente, años después, en el pensamiento y la acción del más consecuente continuador de la obra del Apóstol, Fidel, quien, en su extraordinario alegato La Historia me absolverá, en alusión a su confianza en la capacidad del pueblo para discernir entre lo justo y lo injusto, afirmó: «Mi lógica, es la lógica sencilla del pueblo».
Esa expresión cobró vida en los inicios de la Revolución con la idea de nuestro Comandante en Jefe de introducir formas revolucionarias de participación del pueblo en la administración de justicia, cuando el 12 de octubre de 1962, durante una de sus habituales visitas a la Universidad de La Habana, encomendó a profesores y estudiantes de la Escuela de Ciencias Jurídicas la tarea de constituir tribunales populares. Dicha encomienda debía realizarse con una base amplia de experimentación, a partir de que la instauración de la nueva justicia tenía que ser, en lo esencial, obra del pueblo.
La creación de estos tribunales experimentales constituyó un paso trascendental en la transformación de las viejas estructuras judiciales hacia un sistema de amplia participación popular en la justicia judicial, siendo ello la antesala de lo que hoy conocemos como Sistema de Tribunales Populares.
Como parte de este proceso de constante perfeccionamiento, el 23 de junio de 1973 se promulgó la Ley No. 1250, «De organización del Sistema Judicial». Con ello, la administración de justicia dio un salto cualitativamente superior, principalmente en cuanto a organización y funcionamiento, y se logró unificar las distintas jurisdicciones, hasta entonces existentes, en un Sistema Judicial único, que garantizara la aplicación uniforme de la justicia. Asimismo, se estableció el cambio de nomenclatura de Tribunal Supremo de Justicia a la de Tribunal Supremo Popular (TSP) y, con ella, la de los demás tribunales, instituidos también como populares.
A partir de lo estipulado en la citada ley se ratificó a quien, desde febrero de 1961, venía desempeñando la función de presidente del Tribunal Supremo: Enrique Hart Ramírez, quien, de conjunto con los miembros del Consejo de Gobierno del alto órgano judicial, tomó posesión de su cargo el 2 de julio de 1973. Por iniciativa de Blas Roca Calderío, entonces presidente de la Comisión de Estudios Jurídicos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el 23 de diciembre de ese propio año, en ocasión de conmemorarse el aniversario 132 del natalicio del insigne patriota y jurista camagüeyano Ignacio Agramonte y Loynaz, se realizó el acto oficial de constitución del Sistema de Tribunales Populares.
Desde entonces y hasta la fecha, los cambios acontecidos en la impartición de justicia en Cuba han estado encaminados a fortalecer el carácter popular y democrático de los tribunales y a perfeccionar el quehacer judicial, en función del servicio público que brindan al pueblo, principal protagonista de todos los empeños del Sistema de Tribunales.
Tales avances solo han sido posibles gracias al humanismo, la profesionalidad, el entusiasmo, la transparencia, la actitud transformadora y la unidad de quienes han integrado e integran la gran familia judicial cubana, atributos esenciales para brindar un servicio judicial con calidad.
Transcurridas cinco décadas de constante perfeccionamiento, el sistema judicial cubano arriba este 23 de diciembre a su aniversario 50; y en virtud de que en esa fecha sesionará la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), se decidió anticipar el acto central en conmemoración de este aniversario, el cual se desarrolló ayer, 14 de diciembre, en el TSP.
La cita contó con la presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del PCC y presidente de la República; acompañado de miembros del Buró Político y del Comité Central, así como de directivos de la ANPP. Igualmente asistieron las máximas autoridades de las instituciones del ámbito jurídico, representantes de la Contraloría General de la República, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Administración Pública, diputados y una nutrida representación de trabajadores de los organos judiciales.
En el encuentro se manifestó el regocijo y sano orgullo de tener entre los presentes a un grupo de magistrados y jueces a los que por decreto presidencial se les otorgó altas condecoraciones del Estado cubano como: el título honorífico de Héroe del Trabajo, la Orden Lázaro Peña, y las medallas Jesús Menéndez y Hazaña Laboral. La ocasión también devino oportunidad propicia para que, a propósito de la fecha fundacional del Sistema de Tribunales, la Fiscalía General de la República, el Ministerio de Justicia, la Organización Nacional de Bufetes Colectivos y la Central de Trabajadores de Cuba entregaran reconocimientos al TSP.
Un momento de especial relevancia lo constituyó la entrega del más alto galardón que concede el Sistema de Tribunales, el Reconocimiento al Mérito Judicial, a tres personas que han contribuido a la impartición de justicia; ellas fueron: Yamila Peña Ojeda, fiscal general de la República; José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la ANPP; y Enidian Silvia Waugh Ayala, quien fungió como jueza de los tribunales militares, y como presidenta del Tribunal de Guarnición Militar, del Tribunal del Ejército Oriental y del Tribunal Provincial Popular de Holguín.
El Reconocimiento al Mérito Judicial distingue, con carácter excepcional y por una sola vez, a personalidades o personas jurídicas (nacionales o extranjeras) que, por su excelencia, permanencia y trayectoria ejemplar al servicio de la administración de justicia, contribuyan de manera significativa al desarrollo de esta.
En su primera entrega, en 2013, en el acto por el aniversario 40 del Sistema de Tribunales, se dispuso que lo recibieran tres altas personalidades del Estado cubano, por sus trascendentales aportes a la concepción de una justicia eminentemente popular y humanista, y por constituir sus fecundas trayectorias revolucionarias paradigmas de dignidad y eticidad. Ellos fueron: el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz; el General de Ejército Raúl Castro Ruz y el Comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura, este último presente en el acto.
Como colofón de esta solemne conmemoración, y coincidentemente con el Día del Trabajador de la Cultura, los asistentes tuvieron el placer de disfrutar de una de las más altas figuras de la cultura nacional, Premio Nacional de Música y Orden Félix Varela, el maestro José María Vitier, acompañado de la gran soprano Bárbara Llanes y del destacado multinstrumentista Abel Acosta.