El regalo natural de la sencillez de una magistrada cubana (+ FOTOS)

Yuniel Alzamora Amaro
3
Coronel Roselia Reina Batlle, presidenta de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo Popular
Día Internacional de la Mujer
Mujer
8 de marzo
Cuba
Tribunal Supremo Popular
sistema de tribunales

Como «un ejército de mujeres que aman y construyen» calificó Vilma Espín a las féminas cubanas, pues en ellas se conjugan tenacidad, creatividad, ideales y aspiraciones con las cuales defienden, desde la calidez del hogar o desde la responsabilidad del trabajo, los sentimientos que emanan de un corazón capaz de abrazar la sonrisa de un hijo o la picardía de un nieto.

Y aunque ni las palabras ni los homenajes pueden reflejar en su justa dimensión la grandeza de la mujer cubana, aspiramos, con esta historia de vida, a reconocer a quien lleva más de 30 años formando parte de la gran familia del Sistema de Tribunales y que, con esa amabilidad que la distingue, nos recibió en su oficina para juntos traer al presente vivencias y recuerdos memorables. Así, dialogamos con Roselia Reina Batlle, presidenta de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo Popular (TSP).

¿Cómo se inició en la carrera de Derecho desde lo militar?

Mi formación inició en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos (EMCC). A ella ingresé al terminar la educación primaria, como parte de un proceso selectivo realizado en aquellos años. Allí estuve desde séptimo hasta duodécimo grado. Y aunque no tengo antecedentes en mi familia, cuando concluí el preuniversitario, entré a la Universidad de La Habana, como cadete insertado en la carrera de Derecho, porque esta especialidad me atrajo por lo que significa ejercerla una vez graduada. En esos años podía realizar mis prácticas en los tribunales o en la fiscalía, siempre en órganos militares. Cuando me gradué, estuve un año en la Fiscalía Militar y, posteriormente, me inicié como jueza en los tribunales militares, pues fue lo que yo siempre quise.

Pero los años universitarios siempre nos dejan experiencias e historias que nacen desde las aulas y las enseñanzas que se nos transmiten. ¿Recuerda algunaque la haya marcado para su vida laboral?

Fue determinante en mi vida profesional el excelente claustro de profesores que siempre tuve. Entre ellos, estuvo Aldo Prieto, todo un privilegio haber sido su alumna y haber estado tutorada por él para el ejercicio de mi tesis, dedicada al estudio comparado de la casación militar con la casación ordinaria, que, casualmente, es lo que más he hecho durante 20 años. Además, fui alumna de Fernando Bulté, docente que nos transmitía mucha pasión desde sus clases de Historia del Estado y el Derecho, pues las acompañaba de pasajes motivadores. En la universidad te educas en lo profesional, pero también en lo personal, lo que, en gran medida, ya tenía incorporado desde mi tránsito por la EMCC.

Comienza entonces una nueva etapa de la vida: la profesional. Nos comentaba en la preparación de esta entrevista, que inició en una unidad militar como instructora fiscal, labor que fue temporal, pues después pasó a ocupar otras funciones.

Sí, precisamente dicha labor inicial era un requisito como habíamos hablado anteriormente y, al año de haber ejercido como instructora fiscal, ingresé a los tribunales militares, comenzando como jueza en un tribunal de región. Esta responsabilidad también fue transitoria, pues a los pocos meses me nombraron presidenta de un tribunal, ubicado en San José de las Lajas, que radica en una gran unidad de tanques. En aquellos momentos, el jefe de dicha unidad era el entonces coronel Álvaro López Miera.

Allí estuve varios años, dirigiendo a magníficos colegas, hombres todos, y tuve la oportunidad de conocer muy buenas personas que hoy son altos oficiales de las FAR.

Pero, al comenzar a ejercer una profesión por vez primera, la juventud y la inexperiencia te llevan a vivir momentos inolvidables por novatadas que cometemos. ¿Recuerda alguno en especial?

Recuerdo que un día yo iba transitando por una de las calles de la unidad militar y caminando contrario a mí venía un coronel que, al ver que yo no me dirigí a él, me dice: -Teniente, ¿usted no saluda?, por supuesto que me estaba pidiendo que lo saludara militarmente, y yo, inexperta al fin, me viré y le dije: -Buenos días, ¿qué tal?, y seguí caminando. Aquello parece que lo dejó tan impactado que, con el paso del tiempo, siempre me lo recordaba.

¿Qué otras responsabilidades desempeñó Roselia en su vida laboral?

Al concluir en la unidad de tanques, pasé al Tribunal Militar Territorial, donde laboré por 20 años, diez de los cuales fueron como vicepresidenta, cargo que ocupé hasta 2009, cuando fui promovida como magistrada de la Sala de lo Militar del TSP. Confieso que aquí llegué con temor, pues la dinámica es diferente y las presiones son mayores, al ser el máximo órgano de justicia y la responsabilidad es más alta. Posteriormente, en 2017, me nombraron presidenta de dicha sala, labor que desarrollo actualmente.

¿Qué retos le impuso ser magistrada y, posteriormente, presidenta de sala en el TSP?

Bien lo dices. Son muchas los retos que enfrenté como magistrada, pues la vida te los va imponiendo y te va demostrando que uno no tiene la verdad absoluta y que hay otras aristas de para ver las cosas. Yo era muy intempestiva y eso lo he tenido que ir moderando. Aquí he tenido que enseñar, que transmitir formas de hacer, lo cual se ha incorporado a mi cotidianidad, sobre todo porque los tribunales militares tienen mucha gente joven y esas experiencias que uno ha ido acumulando hay que trasladarlas, incluso a los magistrados de la sala que dirijo, pero también hay que retroalimentarse de sus experiencias. 

Esos retos, presidenta, también encuentran reflejo en el hogar, pues conocemos que la carrera judicial requiere de muchos sacrificios, sobre todo con la familia. Cuéntenos al respecto.

Afortunadamente, soy madre de dos hijas excelentes. Ellas son testigos de esos sacrificios que esta carrera encarna, pues varias veces durmieron en mi oficina o tenían que ir conmigo al trabajo porque no tenía quien me las cuidara y allí mis compañeros me ayudaban para que yo pudiera participar en las colegiaciones. Recuerdo que teníamos que laborar, incluso, en medio de ciclones, y que, aunque quizás lo que correspondía era quedarme en casa, las convicciones y el sentido del deber eran más fuertes.

Hoy ellas son mayores de edad, y aunque uno no quiera llevar a casa esa formación militar, lo haces sin querer, hasta el punto de decir, cuando veía el cuarto regado, que iba a regresar a pasar inspección. Siempre las eduqué para que no violentaran ninguna de sus etapas, sino para que las disfrutaran, lo cual me agradecen mucho.

¿De dónde emana esa actitud fuerte de Roselia?

Esa rectitud la heredé de mi papá, él fue un hombre muy recio y eso lo incorporas a tu vida. Mi mamá siempre dice que de las tres hermanas que somos soy la más parecida a papá y, cuando digo algo que pueda parecer fuerte, ella me dice: -¡cómo está Manuel Reina!, pues así se llamaba él.

Hace unos minutos nos hablaba de sus hijas, pero sabemos que una de ellas ya la hizo abuela; un nuevo tesoro que le espera al llegar cada día a casa. ¿Qué le ha inculcado a su nieta?

Los hijos son lo más importante que le puede pasar a un ser humano, pero los nietos te permiten revisar y corregir cómo fuiste con tus hijos. Una de las cosas que más me gusta de mi nieta es la forma de hablar, pues soy muy meticulosa con la dicción, y ella me da esa satisfacción, ya que, a pesar de sus tres años, incorpora palabras adecuadas a su expresión. Eso viene de la educación dada a mis hijas que, en parte, es herencia de lo aprendido de mi mamá, quien ha sido y es mi fuente de apoyo y sustento. De ella, me apropié de la lectura, una de mis aficiones preferidas.

¿Cuál es la fórmula para dirigir, desde su condición de mujer, a los hombres que integran su sala como magistrados?

Lo primero creo que es el respeto, ese que uno se gana y que se adquiere desde el ejemplo personal. No puedes orientar nada que no hayas demostrado con anterioridad cómo se hace. Además, tienes que ser capaz de sopesar las cualidades, virtudes y problemas que puedan presentar y tratar de hacer un balance de esas cosas para ver de todos quien te puede hacer determinada tarea, teniendo en cuenta sus características. Tienes que conversar y convencer desde la palabra, algunas veces con más fuerza que otras, transparentarlo todo y cuando veas que algo no funciona adecuadamente, como debe ser, buscar el momento oportuno y, desde la reflexión, transmitir los problemas observados de manera apropiada, para que la persona en cuestión mejore y, con ello, alcance calidad y tribute a lo que uno quiere.

Un momento importante en la vida profesional de todo militar es cuando se alcanzan grados superiores. Conocemos que, en el 2019, fue ascendida a coronel. ¿Qué memorias conserva de aquel día?

Fue un día especial, además, porque en esa ocasión se realizó el ascenso de siete féminas, lo cual era la primera vez que ocurría. Fue una ceremonia emocionante. En ella participaron el General de Ejército y Primer Secretario del PCC, Raúl Castro Ruz; el presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; el ministro de las FAR, General de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintra Frías, entre otros.

Eran tantos los sentimientos que, por momentos, no podía creerlo que ocurría. Lo único que lamenté fue que mi papá, que siempre disfrutó tanto de esas cosas, no lo supo por la enfermedad que tenía. El agasajo que me hicieron mis compañeros de la sala me estremeció. Todavía me acuerdo y las lágrimas asoman. Casualmente, el General de Cuerpo de Ejército, Álvaro López Miera, mi primer jefe, fue el que me ascendió.

Para concluir, Roselia. ¿Qué mensaje desea transmitir en vísperas del Día Internacional de la Mujer?

Recuerdo con especial agrado una frase que leí un día en uno de mis libros y que dice: «las mujeres cuentan, cuenta con ella». Y yo pienso que la justicia cubana siempre debe contar con la mujer, porque ese humanismo, esa dulzura, nunca riñe con los deseos de hacer bien las cosas y de ser justa en su justa medida, y eso el Sistema de Tribunales lo ha demostrado con creces, pues aquí las mujeres somos mayoría.

Y con esa profunda convicción, que emociona y contagia a quien la escucha dialogar con tanta serenidad, culmina la presidenta de narrarnos su historia de vida; testimonios que se enriquecen a diario desde la fuerza, la sensibilidad, la entereza y la entrega que la hacen mujer, madre, abuela, compañera, formadora de nuevas generaciones y directiva del TSP. 

Viene entonces a nuestra mente la prosa martiana, porque solo el Apóstol dibujó como nadie el regalo natural de la sencillez, esa que hoy redescubrimos dialogando con Roselia: «Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien, o se ha dicho algo útil a los demás».

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Comments

Thu, 03/04/2021 - 16:49
Marla

La sencillez de una magistrada; mi mama. El ser mas lindo del mundo. La mejor madre,hermana,hija,amiga y abuela. La amoooo

Thu, 03/04/2021 - 18:58
Fernando Vázqu…

Orgullo para la magistratura cubana; merecido reconocimiento

Fri, 03/05/2021 - 16:18
Liban Marin Luque

Inspira y nos hace una vez mas conscientes de la q "toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz"...mujeres como ella nos recuerdan q las cubanas son "una revolución dentro de la revolución" y en cualquier tarea su presencia 'empuja' hacia adelante,,,en la impartición de justicia compelen a la racionalidad, pero también a no claudicar... Ella en especial me inspira -en la práctica- a superarme día a día como Juez Territorial (suplnte) y, si ella irradia sencillez nos obliga a intentar ser igual de humildes...

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