El valor de la perseverancia

Yuniel Alzamora Amaro
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Foto: Yuniel Alzamora Amaro
Tribunal Supremo Popular
sistema de tribunales
FMC

Cuando las palabras nacen de seres cuya vida ha estado consagrada a la familia y al trabajo, disipan todo vestigio de lo que en un principio pudo haberse concebido como una entrevista. Entonces, el momento se transforma en una conversación de tono coloquial, y se comprende la fortuna que se atesora, cuando has tenido la suerte de estar bajo un rayo de sol, que la ha guiado y educado desde siempre, cuando de joven, por casualidad, llega a esta gran familia de la cual forma parte hace 35 años. Dialogamos en esta ocasión con Madelaine Virgen Rosales Guerra, o simplemente Made, quien se desempeña como secretaria ejecutiva judicial de la presidencia.

Made nació en tierra caliente, rebelde y próspera donde la Revolución dio sus primeros pasos. “Así es, soy de Baire, un territorio que me acogió como su hija y donde permanecen recuerdos de mi infancia. Sin embargo, un buen día, mi hermana me trae para la capital, donde el destino puso en mi camino excelentes seres humanos. El primero de ellos lo conocí en un hospital; era un veterano de Playa Girón. Él me pregunta por qué yo, tan jovencita, estaba en ese hospital; en la conversación le expliqué de dónde venía y que lo único que quería era estudiar y trabajar. Con toda la confianza que las personas mayores siempre hemos depositado en la juventud, dijo que me iba a ayudar. Me pone en contacto con el presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo Popular (TSP), para que laborara junto a él”, comenta.

De esa manera llegó nuestra entrevistada al máximo órgano judicial cubano, con la confianza que le habían depositado. “Un gran compromiso del cual aprendí lecciones de vida. Nunca había entrado a un tribunal, así que imaginarás los nervios que sentía el día en que el presidente de la Sala de lo Penal me entrevistó. Él me puso a practicar y por suerte  había pasado un curso de mecanografía en mi ciudad natal, lo cual me ayudó a ganar en habilidades. Entonces practiqué bastante, puse todo mi empeño. Así estuve dos meses, desde noviembre de 1984 que llegué. Posteriormente, cuando notó que estaba preparada, me envió ante el jefe de personal para que me realizara las pruebas ortográficas. En ese tiempo, en la antigua sede, había una escuelita donde me hicieron un dictado y un examen de agilidad como mecanógrafa, las que aprobé gracias, además, a que de pequeña leía mucho y eso me dotó de buena ortografía”

Pues así comenzó Made su vida laboral, como mecanógrafa en la secretaría del Consejo de Gobierno, donde conoció, nuevamente, a dos excelentes personas. “Allí conocí a Sheila María de los Ángeles García Borrero o Nené, apodo que se ganó porque nunca ha perdido el espíritu joven, y a Mercedes Bartumeo. Ambas me acogieron como una hija, me enseñaron a trabajar con limpieza y organización, sin errores; pero lo mejor fue que me enseñaron disciplina, sentido de pertenencia, valores que formaron a la presente y futura Madelaine que en aquel entonces, solo tenía 20 años y nunca había trabajado”, afirma.

Y las ansias de superación te llevaron a seguir apropiándote de nuevos saberes, porque para avanzar se necesitaba demostrar cuánto ibas aprendiendo. “Fíjate si era así, que no fue hasta el 15 de marzo de 1985 que se me aprueba, de manera permanente, en el TSP. Comencé como mecanógrafa B, que era lo primero y si querías transitar a secretaria auxiliar, debías someterte a otro examen, el cual básicamente era sobre el contenido de trabajo de la nueva plaza. Por suerte para mí, en esos años, se me dio la posibilidad de formarme como Técnico Medio en Derecho, especialidad que estudiaba de noche, de 7:05 a 11:05pm, todos los días y que, al siguiente, me incorporaba al trabajo desde bien temprano”, nos comenta, y relata cómo, después de graduarse, laboró en la Dirección de Divulgación y, posteriormente, en el departamento de revisiones penales, hasta que un buen día, llega una nueva propuesta en voz de otra de esas personas que ha tenido la suerte de conocer.

“Después de 16 años en revisiones penales, el presidente del TSP, Rubén Remigio Ferro, me propone ocupar la plaza de secretaria ejecutiva judicial de la presidencia. ¿Te imaginas qué orgullo para mí? Acepté y hoy sigo ahí, trabajando mucho”, comenta Made emocionada y entonces viene esa pregunta necesaria cuando se está al lado de alguien con tanta sapiencia. ¿Qué se aprende a su lado? “No solo se adquieren nuevas habilidades en el trabajo, también se aprenden normas de educación formal para con los diferentes públicos que llegan hasta el tribunal. El presidente siempre insiste mucho que el resultado del trabajo debe reflejarse en la calidad de cada documento que se redacte. Él es un excelente comunicador, con una inteligencia enorme y ello lo hace un gran profesor”, me dice nuestra entrevistada y su mirada refleja ese aprecio del cual me habla y que ha sido parte de las razones por las cuales el TSP ha sido su único centro de trabajo. “Aquí llegué soltera, y en estos años de trabajo varios colegas fueron partícipes de mi boda y más tarde traje al mundo a mi hija Camila, quien ya me dio otro gran tesoro, mi primer nieto, al cual amo profundamente” 

Pero cuando se tiene una vida tan dedicada, siempre hay personas a las cuales agradecer, y nuestra entrevistada vuelve a esas dos mujeres que la abrazaron como una hija, Sheila María y Mercedes, las cuales, más que todo, le enseñaron a ser responsable, a tener sentido de pertenencia y amor por el trabajo.

Antes de terminar regresamos al principio, hacia ese momento en que un señor le dio el impulso para llegar hasta su actual trabajo, ejemplo que hoy la lleva a aconsejar a los jóvenes… “Ellos no pueden nunca permitir que se pierdan los valores que forjaron a este país, deben entender que la verdadera magia que de niño se aprende, se materializa cuando decimos buenos días, permiso, gracias; cuando tenemos sentido de pertenencia, cuando se trabaja por conciencia, por motivación”.

Y en sus palabras se encuentra ese deseo de Vilma Espín que asegura que este sigue siendo un tiempo en que “el genio florece y el ingenio se multiplica” en cada fémina que añora para Cuba un presente y un futuro de valores. Ganado a ímpetu de su ejemplo incomparable, Made atesora ese reconocimiento que la hace querida entre sus compañeros, pues no hay quien se le acerque que no se lleve, entre los regalos, una gran sonrisa. Ella es sinónimo de esa gratitud infinita que cada fémina cubana siente por la tierra que habita, y que nosotros andamos atrapando en estas semblanzas de mujeres del Sistema Judicial cubano.

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