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Llega diciembre, mes de celebraciones, homenajes, reconocimientos.
Desde el 22 de diciembre de 1961, se celebra en Cuba el Día del Educador, en homenaje a quien lleva “por los campos y ciudades de nuestra geografía insular no solo explicaciones e instrumentos, sino también la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres”, a quienes deberá ofrecer el conocimiento humano, que es infinito, y formar en el amor y el perdón; pilares fundamentales de la doctrina martiana.
Martí dijo, educar es “depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente hasta el día en que vive; es poner al hombre al nivel de su tiempo para que flote sobre él y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es –en resumen– preparar al hombre para la vida.
En apretada síntesis del vigente pensamiento pedagógico de tres gigantes de nuestro magisterio: Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí: educar es acariciar el intelecto y el espíritu del ser humano, y a la vez, aguijonearlo con infinidad de interrogantes, que el discípulo deberá responder a través de toda su vida.
Simón Rodríguez, maestro del Libertador Simón Bolívar, destacó la diferencia entre instruir y educar: “instruir no es educar. Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”.
El Apóstol percibió la relación dialéctica entre instrucción y educación, y delimitó con exactitud la frontera entre una y otra: “Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta, principalmente, a los sentimientos”. Sin embargo, advirtió que “no hay una buena educación sin instrucción”.
22 de diciembre de 1961: Fin de la campaña de alfabetización en Cuba, tarea que con infinito y preciso amor desplegó el pueblo y para el pueblo, donde el niño fue el maestro del padre, del obrero, del campesino y donde la frase del maestro “ser cultos para ser libres” cobró vigencia. Ese día, Cuba fue declarada territorio libre de analfabetismo. La educación de todos ha constituido un baluarte fundamental para la revolución, en la formación de profesionales, apegados a valores humanos, a la sensibilidad, a la historia.
Palpables son los buenos deseos, la dicha, el éxito, para los que se animan y responsablemente asumen la impartición de docencia en el Sistema de Tribunales, con la trasmisión de sus conocimientos, experiencia, buenas prácticas.
Sencillo, pero sentido y sincero es el homenaje que hoy hacemos llegar a ustedes, nuestros profesores, formadores de amor por la profesión, ejemplos.
A todos los trabajadores, jueces, directivos del Tribunal Supremo Popular que se constituyen el claustro de profesores en los programas docentes de la Escuela de Formación Judicial, para dar cumplimiento a la Estrategia de Formación del Sistema de Tribunales, va dirigido el agradecimiento y la felicitación, desde el colectivo de nuestro centro y la dirección del tribunal.
“Porque la justicia es el valor supremo. Y porque trabajar para ella ha de ser honor”.
A ustedes que, desde el estrado, desde sus funciones de dirección y desempeño profesional, trasmiten valores y aportan a la calidad de la impartición de justicia en Cuba.
Feliz Día del Educador. Éxitos en su desempeño.
La Escuela cuenta con ustedes para desarrollar el programa de formación judicial del año 2019.
Muchas gracias.
Nota: Extractos tomados de Honor a quien honor merece: el maestro cubano, por Jesús Dueñas Becerra, psicólogo, crítico y periodista. Disponible en: http://librinsula.bnjm.cu/secciones/253/puntilla/253_puntilla_1.html
*Yailín García Carbonell, subdirectora de la Escuela de Formación Judicial