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Más de cien páginas de documentos inéditos y fotografías contiene Alejandro García Caturla: la dignidad de un JUEZ, cuya publicación en 2016 correspondió a la sexta edición de la colección Memoria Judicial, y coincidió con el aniversario 110 del nacimiento del versátil músico, que distribuyó sus cuarenta años de vida entre el arte y el Derecho.
Conocer a Alejandro García Caturla (1906-1940) en su faceta de abogado, juez y otras ocupaciones pudiera causar extrañeza, pero esta inmediatamente daría paso a la curiosidad, para poder descubrir qué normativas legislativas propuso, la esencia humanista de sus sentencias, cómo condenaron a prisión a su asesino y otros datos prácticamente desconocidos antes de esta publicación.
Por su nivel de detalle, se reproduce textualmente una parte del libro que, desde su imagen de cubierta, avisa de las páginas exquisitas de que los lectores, de seguro, disfrutarán.
Hasta ahora, en esta colección, ha sido casi una premisa presentar textos comentados; en algunos de ellos, siguiendo criterios de actualización o destacando la vigencia de un criterio u otro. Aquí, rompemos la tradición y nos limitamos a presentar copias facsimilares, con tres objetivos concretos: 1. Dar a conocer documentos originales (tecleados o manuscritos), inéditos hasta hoy, como una forma de conservarlos y revelarlos; 2. Motivar a otros a que se interesen en acometer trabajos futuros, a partir de esta muestra (puede constituir fuente de inspiración para empeños parciales o más abarcadores); y 3. Estimular otras investigaciones, tras las huellas de Caturla en las diferentes localidades donde dejó su impronta.
También, los cinco libros que preceden a este han contado, inicialmente, con una síntesis biográfica —por etapas— del homenajeado, mientras que aquí hemos preferido presentar un esbozo biográfico, a partir de las diferentes aristas del amplio universo que abarcó el quehacer de Caturla, contextualizadas por el ambiente sociocultural e ideológico en el que estas se desarrollaron, lo que permite valorarlo desde un espectro más abarcador en la esencia misma de su vida, matizada por inquietudes propias, coincidentes con las ideas más avanzadas y renovadoras de la intelectualidad de la época que le tocó vivir.
El contenido que aquí presentamos ha sido estructurado en cuatro partes:
Integridad. Consistente en la presentación general, mediante dos textos: «Palabras imprescindibles» del editor; y «Esbozo biográfico», preparado por el jefe del equipo de investigación.
Impronta judicial. Incluye la obra fundamental de Caturla en este contexto, encabezada por tres artículos de su autoría, publicados en la revista Repertorio Judicial, en 1937 y 1940; un auto y dos sentencias, en los que actuó como juez ponente; elementos de otras tres sentencias en proceso de elaboración (con anotaciones manuscritas). Además, varios proyectos de ley propuestos por él; y consultas suyas a la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo, ambos con la correspondencia respectiva.
Fecundo quehacer. Muestra documental que abarca, en esencia, su vida toda integralmente (34 años), a partir de «Apuntes biográficos del Dr. Alejandro García y de Caturla», evidentemente elaborados con la información que ofreciera el homenajeado para el Diccionario biográfico del Poder Judicial (1936), con adiciones precisas hasta su muerte. Incluye, entre múltiples elementos, designaciones como juez, por decretos presidenciales, disposiciones del Tribunal Supremo de Justicia o por acuerdos de la entonces Audiencia de Santa Clara.
Huellas. Sucinta incursión por parte de su legado. Recoge todo lo relativo a la Declaratoria de herederos; la Sentencia No. 40, de 6 de marzo de 1942 (de la sala de lo Criminal del Tribunal Supremo, conclusiva del proceso seguido contra quien lo asesinó); elementos relacionados con la organización y conservación de su archivo y su despacho; la Casa-museo, donde vivió de 1920 a 1940, etc.
(...)
Sirvan estos elementos para dejar constancia del incesante quehacer de un hombre entero que supo sobreponerse a los convencionalismos sociales de su época y, ya en la música, ya en la vida judicial, ya en sus relaciones humanas, sobresalió y se ganó el respeto de quienes saben reconocer los verdaderos valores del ser humano.