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El primer café de la mañana, las primeras luces del día, los primeros acordes de una melodía fueron compartidos con él. Entre nosotros está su presencia, en más de 93 formas y lugares. Porque se trata de Fidel, de Cuba y su pueblo también.
Su nombre basta para convocar multitudes, y en el Tribunal Supremo Popular cubano la celebración por su cumpleaños no se hizo esperar. Jóvenes de edad y de experiencia acumulada fueron al encuentro de su recuerdo, su obra, su niñez, su juventud, su eternidad.
En las voces de los artistas Milada Milet y Frank Licor se escucharon canciones para festejar y para acercarse, dentro de lo posible, a las vivencias traviesas, juveniles y heroicas de quien es y seguirá siendo el guía de los cubanos de bien.
Y claro está, para el final, el momento más esperado de un cumpleaños: desear mucha felicidad al homenajeado y soplar las velas. Pero no hay dudas de que no existe ni existirá vela en el mundo capaz de simular esa luz que aún desprende Fidel Castro Ruz.
