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La impartición de justicia y el acceso a ella, aun en situaciones excepcionales, no deben detenerse, pues se trata de servicios vitales para la población, que se basan en el respeto y el amparo de sus garantías y derechos.
Los tribunales, al decir de Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular (TSP), han adecuado sus procedimientos al nuevo escenario planteado por la covid-19.
A partir del Plan nacional para la Prevención y Control de la enfermedad, tales estructuras concibieron su propio sistema de trabajo, sin perder de vista que el tsp, además de ser la mayor instancia judicial, es también la máxima autoridad administrativa de los tribunales como institución.
–¿Cómo se organizó, ante el avance de la covid-19, la tramitación de los asuntos en cada una de las instancias judiciales?
–En el orden práctico, y derivado de la implementación de las medidas de aislamiento, se produjo, desde un inicio, una notable disminución del procesamiento de determinados asuntos que, normalmente, son atendidos en los tribunales.
«Con el propósito de unificar las actuaciones, ya a finales de marzo se dictó la Instrucción No. 248. del Tribunal Supremo Popular, la cual dispuso la suspensión y detención temporal inmediata de la tramitación de los asuntos o procesos judiciales en curso, excepto aquellos que, en razón de su naturaleza y contenido, por causas justificadas, resulte necesario e impostergable proseguir su tratamiento. Dicha excepción incluyó, fundamentalmente, los casos asociados a la covid-19.
«También se prestó especial atención al cuidado del personal. En ese sentido, han permanecido laborando en los tribunales entre el 24 y el 29 % del total de la plantilla cubierta de jueces y trabajadores. En el caso del TSP, de 256, solo 55 permanecen asistiendo con regularidad».
–¿Qué tipo de asuntos han seguido tramitándose?
–Se ha priorizado, por ejemplo, la atención de aquellos casos en los cuales los acusados están en prisión provisional, velando siempre por el cumplimiento de todas las medidas de higienización y distanciamiento social.
«En estos tiempos, también han continuado los análisis sobre la excarcelación anticipada de aquellas personas, que reúnen los requisitos para otorgarles la libertad condicional y otros beneficios previstos en la Ley».
–¿Cuáles han sido los principales asuntos vinculados con la covid-19 y cómo se han enfrentado?
–Un grupo importante de casos ha estado relacionado con incumplimientos en el uso del nasobuco, abandono de centros de aislamiento e instituciones sanitarias y actividades económicas ilícitas.
«Resulta válido subrayar que, en medio de circunstancias como las que vive el país, la impartición de justicia reviste mayor rigor y severidad en las penas, lo que no significa, necesariamente, que las personas tengan que ir a prisión, solo en aquellos casos, en los cuales la conducta sea más grave.
«Respecto al uso del nasobuco, ello no solo permite protegernos a nosotros mismos, sino a los demás. Por tanto, al incumplirse dicha medida se incurre en un acto que, por las condiciones epidemiológicas actuales, alcanza la categoría de delito.
«Con estas características ha existido un número importante de casos, y sí se ha actuado con rigor, sin descartar la ocurrencia de algún exceso».
–De haberse aplicado alguna medida desproporcionada, ¿cómo corregirla con inmediatez?
–Todos los que intervenimos en la cadena somos susceptibles de cometer errores; no obstante, las personas tienen la posibilidad de recurrir ante cualquier sanción. Además, la justicia también tiene sus mecanismos de revisión para poder enmendar cualquier actuación desacertada.
«En esta, y en todas las épocas, la sensibilidad también tiene que guiar la impartición de justicia. Y en Cuba, ese acto, atendiendo a la esencia misma de la Revolución y a la sociedad que representa, debe tomar en cuenta, en primer lugar, valores como la dignidad y el humanismo.
«La justicia no puede ser ciega. Tiene que basarse en la ley, pero, insisto, la ley no alcanza por sí sola para hacer justicia. Ese ejercicio hay que acompañarlo desde la racionalidad, la lógica, la inteligencia, y eso tiene que estar presente en todas las circunstancias, por muy epidémicas que estas sean. Porque cuando eso falla, se reciente la calidad del ejercicio judicial.
«Para ser efectiva, la justicia tiene que dotarse de prudencia, ponderación, equilibrio... A los jueces cubanos les tienen que interesar las personas detrás del caso juzgado, independientemente de su naturaleza. La justicia tiene que ser clara y tiene que ser justa.
«Es cierto que hay una cuota de subjetivismo en cada acto; pero los análisis tienen que desarrollarse caso a caso.
«Que las cosas salgan bien no solo depende de nosotros. Hay muchos factores que intervienen, desde la policía, la fiscalía, los abogados, la sociedad cuando comparece en calidad de testigo; pero la responsabilidad mayor recae en los jueces, más allá de que la ponderación y la racionalidad deben acompañar a todos los eslabones de la cadena.
«Los jueces cubanos, por su parte, tienen que indagar, ser inquietos, activos, y tener una mirada crítica del material probatorio para, en medio de todo ello, encontrar la verdad y tomar la decisión correcta».

