
Seila María de los Ángeles García Borrero tiene 84 años. Llegó a La Habana proveniente de Manzanillo, Granma, en 1957, a solo unos meses del triunfo de la Revolución comenzó su camino de entrega total al servicio judicial como secretaria. Cada momento de su vida laboral está marcado por historias que la vinculan al Sistema de Tribunales en Cuba.
“Casi todos en mi familia, muy humilde, eran zapateros, y yo comencé trabajando la zapatería. Allá en Manzanillo se vivía del zapato y del pescado. Muy pocas opciones había para el pobre. Pero yo estudié taquigrafía y mecanografía y gracias a la gestión de mi padrino, que era fiscal y sabía que yo estaba buscando empleo, conseguí una entrevista de trabajo en el tribunal y fui aprobada. Hasta la fecha llevo trabajando 60 años en el Tribunal Supremo”, comenta.
Cuenta Seila que entró al tribunal el 25 de junio de 1959, cuando fue nombrada escribiente temporera para trabajar en la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo de Justicia en ese entonces. “Actualmente sigo siendo secretaria en el Consejo de Gobierno. Acá preparo y tramito resoluciones, instrucciones, providencias, cartas, y todo lo que sea necesario escribir. Este trabajo implica versatilidad y capacidad para procesar varios casos y documentos, lo cual demanda una gran concentración. Un secretario del Tribunal debe tener criterio, ser reservado, profesional, velar por la calidad del trabajo, tener una conducta intachable en los ámbitos laboral y personal”, confiesa la dedicada octogenaria.
“Resulta que siempre fui muy rápida escribiendo en máquina y a pesar de mis años he aprendido a trabajar en la computadora. La edad no ha sido un impedimento porque disfruto lo que hago y me esfuerzo cada día. Yo amo al Tribunal y me siento realizada con mis compañeros, mi trabajo, con los jóvenes, los más veteranos, con todos.
Nunca he pensado en irme de aquí, esta es mi vida, mi casa, mi familia. Me dolería mucho tener que marcharme, aunque ya no está tan lejos mi retiro, estoy segura de que volveré a dar vueltas por aquí”.
Todos la llaman Nené, quiero pensar que es por la dulzura que emana y que reparte a manos llenas. Guarda en lugar especial de su proverbial memoria los afectos y la confianza que le demostró el primer presidente del TSP designado por la Revolución, el doctor Enrique Hart Ramírez, su trabajo cerca de Melba Hernández y del magistrado Fernando Álvarez Tabío, la felicidad de ver crecer a los hijos de sus compañeros y convertirse en profesionales, algunos de ellos del Derecho y aunque domina la computación le brilla la mirada al hablar de su máquina de escribir IBM eléctrica que se detenía con un pedal.
"Nunca he tenido ni una amonestación, valoro mucho el respeto, y el sentido de la obligación por hacer bien las tareas me ha guiado siempre, me siento feliz entre los jóvenes y trabajo para formarlos. El Tribunal es mi vida y no concibo irme algún día de aquí".
En 2018, Nené fue acreedora de la Medalla al Mérito Judicial, como reconocimiento a una vida dedicada a la justicia y la paz.

Deje su comentario
Comentarios
Qué linda historia, es muy hermoso amar así una profesión. Inspiradora.
Mi experiencia en la relación con Nené ha sido muy linda, se siente un orgullo extraordinario tenerla como compañera, madre y guía formadora, su dulzura y sinceridad nos atrapa, saber de ella se convierte en una necesidad, contar con sus consejos y sonrisas da mucha tranquilidad, tenerla de ejemplo es el impulso para el sacrificio, su entrega y lealtad es palpable, su salud admirable y su amor por la vida es ÚNICO.